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REPORTAJE SOBRE MEDIANERÍA
Programa radial ABOGADOS EN ON, del 9 de setiembre de 2020
EL TIEMPO NOS HA MODIFICADO PARA MEJOR
Opinión de nuestro titular publicada el día 30-6-2020 en la sección ARQ de CLARIN.
La libre expresión es, sin duda, uno de los paradigmas del estado de derecho. Podemos opinar libremente, y eso es un verdadero logro de la recuperación democrática que logramos hace ya casi 37 años.
Aun así, se entiende que la libre opinión no debiera confundirse con palabras que se lanzan al viento y que denotan, al menos, cierto desconocimiento de algunas circunstancias sobre el tema en cuestión.
El texto de la arquitecta Lucía Maranca Quijano que se publicó en esta sección (ver ARQ 18.05.20) expresan su mirada sobre la FADU, que si bien es respetable, entiendo no refleja lo que verdaderamente esta casa de estudios es y representa.
La aludida nota refiere a que existe un divorcio entre el egresado de la FADU y la realidad, por no haber sabido la FADU adaptarse a los cambios que las épocas imponen. En síntesis, y en honor a la brevedad, la profesional sostiene que las materias troncales no tuvieron capacidad de reacción frente a los cambios, que las entregas de trabajos prácticos siguen siendo en papel, y que el aspecto social de lo que se enseña ha quedado relegado y rescatado únicamente por algunas cátedras.
Hay muchos puntos que deben aclararse. Creo que el aspecto social o humanitario no pasa únicamente por el diseño de viviendas sociales, sino por una actitud que se verifica en la enseñanza de todas las asignaturas que se cursan, y del trabajo de muchos profesionales -egresados de FADU- que han trabajado en asentamientos populares de nuestra ciudad, mejorando la calidad del diseño de viviendas e interviniendo en urbanizaciones.
Con esto, debe entenderse que el enfoque social no pasa por una tipología de vivienda, sino por brindar herramientas y transferir contenidos (con una alta dosis de sentido común) que sirvan a nuestro alumnado para desarrollar aptitudes para hacer frente a cualquier tipo de desafío futuro. Sea cualquier tipo de vivienda a diseñar o cualquier tipo de problemática a analizar. Dice textualmente la arquitecta que “NADIE hizo algo, NADIE se enteró de que el tiempo pasó, de que la tecnología avanzó a pasos agigantados…”. Esa afirmación es de muy alta temeridad. En todas y cada una de las cátedras de FADU hemos hecho muchísimo; y nos falta mucho más por hacer. Existe libertad de cátedra y ello trae diversas formas sobre cómo transferir conocimientos, y estos permanentemente se modifican, porque la realidad así lo impone. Es verdad que el plan de estudios es objeto de debate, pero aun así, ello no ha sido impedimento para que las cátedras hayan incorporado y sigan aun incorporando nuevos contenidos y mejoras. Por ello, puede decirse que, si uno recorre las propuestas de lo que cada cátedra brinda académicamente, nadie hallará conocimientos ocultos en ninguna materia, sea optativa o no. No existen materias que sean una suerte de paliativo que cubran supuestas ausencias de contenidos. Con lo expuesto, quiero decir que un plan de estudios no es una estructura pétrea que no admite agregado alguno. Si así fuera, deberíamos seguir dibujando en papel calco de 90; en materias como Legal, seguir enseñando que los derechos reales son siete, cuando hoy existen 14, y que las prestaciones por accidentes de trabajo se hacen únicamente con dinero, como si la Ley 24.557 no existiera. Y si hubiera que cumplir estrictamente la letra de un plan de estudios, las cátedras verían evaporadas sus propias miradas y su propia doctrina, pues estarían limitadas a repetir cada contenido sin modificar una coma.
Los cambios vinieron solos, y la comunidad académica respondió y sigue respondiendo a esos cambios. De haber estado reñida con la realidad, no se explicaría que nuestra UBA sea sinónimo de excelencia mundial y que además nuestra FADU integre el top 50 de las facultades del mundo. Eso no lo decimos los “faduenses”, sino toda la comunidad académica.
La FADU ha dado grandes docentes y posee un plantel que más de una universidad querría tener en sus filas, desde quienes desarrollan actividades en grado, posgrado, extensión; hasta aquellos profesionales noveles que devuelven a la universidad pública lo que esta les brindó, aportando su tiempo y sus ganas como ayudantes de cátedra ad-honorem. Ojalá que la arquitecta se acerque a FADU y compruebe que el tiempo ha pasado, y que nos ha modificado -para mejor- a docentes y alumnos. Nadie, en la universidad pública, deja de ser consciente de su rol social. Sabemos que estamos sostenidos por el pueblo que paga sus impuestos, y que sin arancelamiento alguno, brindamos educación a miles de personas que nos eligieron para su formación como profesionales útiles para nuestra sociedad. Y si se trata de entrar académicamente al siglo XXI, puedo decir que desde hace 20 años venimos haciéndolo, de a poco, en la cotidianidad del trabajo en conjunto. Eso hace que nuestra FADU no sea una facultad, sino un sentimiento compartido.
ARQUITECTURA Y EPIDEMIAS EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES. UN ESCENARIO DESEABLE FRENTE AL COVID-19
Opinión de nuestro titular publicada sobre la arquitectura y las epidemias, en la Revista Argentina de Derecho Común – Número 5 – Octubre 2020
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Roles del director de obra y de la empresa constructora
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La raíz de los conflictos en la obra
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